11 de enero de 2016

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11/01/16

Estoy en un momento de mi vida en el que acabo de escuchar el último álbum de Twenty One Pilots (no, no lo había escuchado), y me parece que es una carta suicida de una hora. Me gustó, por supuesto, siempre me va a gustar lo que saquen; el sonido me encanta, la manera en que conectan lo que dicen con la atmósfera que crean. Es fantástico, pero me preocupo por Tyler. Siento que es música con la que hubiese conectado hace tres años, cuando me sentía así.

Es extraño y satisfactorio no estar más en ese lugar. Porque escucho canciones, así como ésas, que sé que me hubiesen hablado mucho algunos años atrás, un año atrás incluso, pero ya no me hacen más que causar nostalgia. Porque, sabes, a veces la tristeza también causa sus estragos y se hace extrañar, una extraña sensación de melancolía; entre todas conforman la felicidad.

Comienzo a cuestionarme, incluso, la legitimidad de las palabras. No que desconfíe de él, de ellos, pero cómo puede alguien considerablemente exitoso todavía sentirse perdido. Se ha visto, se ve todos los días, pero me cuesta creer que yo, en este cuarto, en esta urbanización perdida en la frontera de una ciudad de segunda en un país sumido en el subdesarrollo; que yo, en estas circunstancias, conozca algo que ellos no. ¿No les parece cómico?

Quién lo diría.

(Feliz año <3)



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