28 de diciembre de 2018

#100: Y se nos acaba.

Tantos días han pasado, y ni uno solo he dejado de pensar en todo lo que quiero escribir aquí, pero siempre algo me detiene. Algo invisible, intangible, que me agarra del pecho y me inmoviliza, y yo me dejo, porque no sé qué más hacer. Quiero hablar de tantas cosas, de la estabilidad, de la tristeza, de mi Van Gogh.

Cerca de cumplirse el mes me atacó una tristeza sin precedente, abrumadora, de las que te dejan sin aire como caer al piso de frente. Pensar en Van Gogh era suficiente para que el aire se me atascara en el pecho y se me olvidara respirar. Y venían las lágrimas seguidas del lamento. Porque no importa mucho la carta, realmente, porque en el fondo y en la superficie sí me siento culpable, y una noche la pasé llorando pidiendo perdón al aire, suplicando, sollozando que lo sentía; que era mi culpa, que había prometido cuidarlo y se me había salido de las manos.

En este instante mis ojos empiezan a hacer lo suyo.

Busqué respuestas en internet, quería saber si él podía escucharme, si podía saber todo lo que sentía, aunque no tenga la certeza de que sea verdad. Quería que me lo dijeran, que me mintieran porque nadie realmente lo sabe, y admito que me dio tranquilidad, al menos un poco.

He soñado con él y los sueños son curiosos porque siempre estoy consciente de que ha muerto, y me sorprendo de verlo vivo, ahí, y me pregunto cómo volvió. En uno de los últimos estaba consciente de que era un sueño, y simplemente le dije que iba a aprovechar el tiempo que tuviese para acariciarlo y hacerle cariño, pero al poco tiempo desperté.

Jamás en toda mi vida me hubiese imaginado que perderlo se sentiría así; sabía que iba a doler por mi adoración, por cuánto lo amaba, pero supongo que no estaba clara de qué tanto lo adoraba hasta que me tocó llorarlo. Van Gogh no era mi mascota, era mi animal espiritual, mi animal guía, porque así lo siento. Mi vida mejoró tanto cuando lo tuve que no sé si es porque lo tuve, pero se llevó una gran parte de mí que no he podido reponer, y no sé si realmente pueda por completo.

Tenerlo me hizo tan feliz.

En un video una señora decía que ellos estaban contigo, que podían entenderte porque el amor es una lengua universal. Le pedí perdón porque me comía por dentro su agonía, no sé cuántas horas sollocé cuánto lo sentía, pero al dormirme, lo vi de nuevo en mis sueños. No puedo recordar exactamente qué pasó (lo que es raro, porque siempre recuerdo mis sueños), pero sé que estaba él y que de alguna manera me hizo saber que entendía mi mensaje.

Tal vez sea mi subconsciente tratando de calmarme, pero quiero pensar que el de ese sueño era él, reconfortándome, como también quiero pensar que seguirá visitándome en muchos otros sueños más, en los que me va a permitir compartir de nuevo con él. Debo admitir que ese sueño fue importante para mí porque me siento más tranquila, como si un peso hubiese dejado mis hombros. Por el momento vivo mi dolor, paso por ese duelo que nunca pensé me llegaría tan pronto.

Sé que siempre lo extrañaré, y guardo uno de sus bigotes como prueba de que estuvo conmigo en esta vida.

♡

No hay comentarios:

Publicar un comentario